domingo, 30 de mayo de 2010

Deseo de domingo

Respiro, suspiro. Y otra vez.
Quizás estoy intentando demostrarle a mi cuerpo que está vivo.

El dolor clava con sus aguijones certeros, inoculando su veneno.
Quisiera que fuese de esas pócimas que anestesian el alma, que dejan la sangre congelada, con el pulso adormecido.
La piel agrietandose como sendero de lava antigua. Los labios quebrajando fosilizados besos.
Los lagrimales secos.
Quisiera que paralizara mis sentidos. Y asi, aislada del mundo, sin poder aprehender sus sabores, aromas, texturas, colores, vértigos, sonidos.... no me quede más que la quietud de la nada. Ingrávida, ausente...

hasta el último suspiro.

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