jueves, 23 de septiembre de 2010

Porque es necesario dejar ir...

Has escuchado como grita el silencio???... retumba, hace eco....

Otra vez insomnio... de esos que queman los ojos... una noche demasiado fria... un silencio demasiado nìtido. La noche cayendo como por espasmos, alumbrada por un par de luciérnagas que juegan a esconderse, y yo, escribiendo.
Porque todo lo que deseo es escribir hasta agotarme, hasta calmar mi pensamiento que late, al ritmo de un corazón que provoca, que incita, produce, pero sigue igual de impenetrable.

No pediré disculpas esta vez, no será necesario, si tengo suerte estas letras ni siquiera rozarán tus pupilas. Debes estar tan lejos que mis palabras sólo serán otro eco del mismo silencio.

A veces te imagino viviendo con la vida entre las manos, construyendo puentes indestructibles con un sólo instinto, con muchos futuros haciéndose, abriéndose entre tus pasos. Otras, te recuerdo bajo un avellano, soñando.
No importa cuales sean mis pensamientos, ni siquiera si alguno de ellos te pensara, el hecho es que el tiempo, con todo su enorme cargamento de olvidos, a veces irrumpe en las noches, como esta, y te escribe en secreto, para contarte de lo hermoso y lo no tanto. Para sentir que estás viviendo... sin mis ecos.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Esperas y Esperanzas

La imprudente soledad de esta noche, irrumpe sin cautela. Sólo quiere mirar mis ojos navegantes, y salarse al borde de mis labios. Toda soberbia, se recuesta a mi lado, me pide que le verse sus nostalgias, exige que acomode su letargo, pero le explico que es demasiado tarde, que ya no guardo sus espacios, le digo tiernamente que esta vez emprenda pronta retirada, pues tras todos sus presagios, me espera, la esperanza.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Éxodo de un alma atragantada

Se me atraganta el alma.
Si existe algo que reside aquí dentro, me ronda y me punza, y se enrosca en mi garganta, arañando el laberinto interno de mi cuerpo. Profana mi quietud a zarpazos, ataca el enrejado de mis calmas como fiera en cautiverio. Transgrede la constancia de mis vísceras, recorre sinápticamente cada fibra estrellando impulsos contra mi carne, obligándome a sentirla.
Asedia mi cordura.
Versa, gime, y silabeante, logra horadar una salida.
Me resigno a su deseo sentenciante, mientras escribe de un soplo
y sin premura,
mi vida.