lunes, 26 de julio de 2010

Julio termina en julio

Sigue el frio, julio está por partir pero quiere dejar huella. Quizás ha sido el invierno más helado de cuatro inviernos, dentro y fuera de las fronteras de mi cuerpo.
Se hiela la esperanza mientras se desliza por las mejillas, y al llegar a los labios se triza en cientos de agudos cristales haciendo sangrar los besos que no se dieron.
Se escarchan los espejos, y sólo pueden reflejar intermitentes imagenes cercenadas, incompletas, fragmentadas. De un rostro congelado por el viento realizando proezas por integrarse en un gesto.
Se empaña la mirada, y sobre ella dibujo un par de recuerdos, de esos que miraban con pupilas encendidas, que saltaban de mis ojos como chispas de fuego. De esas que logaron derretir un antiguo invierno.
Julio parte entumecido, desafiante,
y amenaza con enfriar
los últimos intentos.

martes, 6 de julio de 2010

(En)sueño

Hay un sueño que no me deja dormir.
Y gotea en mi cabeza casi tan fuerte como la lluvia de estas noches, distrayéndome de Morfeo, evadiendo el cansancio de mis ojos y el desplome de mi cuerpo.
Es un sueño frágil, pero que se hace fuerte cuando todo calla. Toma todos los sonidos del silencio para estallar en mis oidos, haciéndose inevitable.
Es un sueño ingenuo, pero en la oscuridad asume sus pecados, confesándose en mi piel, buscando ser absuelto en el instinto de mis manos.
Era un sueño olvidado, que se levantó de sus cenizas para irrumpir en el duelo de mis labios, en la sequía de mi superficie, pero insistente, trepana mis poros hasta hallar la humedad con la que hidrata sus motivos.
Lo desafío a rendirse cerrando bien los párpados, le ruego que claudique ya de sus intentos, que abandone la ilusión de ser soñado.
Aunque con ello renuncie al supuesto, de haber despertado envuelta en sus brazos.