El odio tiene el rostro encadenado y cobarde, asalta como víbora jadeante y rastrera. Oculto hasta de sí mismo, pobre odio malherido, sin nombre, sin vida, absorto en sus carencias.
Inyecta su veneno por la espalda, le teme a su imagen reflejada, le teme al miedo, que le punza el aguijón de su venganza.
Husmea con hambre carnívora, lo siento merodeando mis paisajes, le ofrezco el banquete de mi herida abierta y devora los colgajos aún sangrantes.
El odio tiene agudos dientes,
(y presa ciega)
como todos los cobardes.
lunes, 25 de octubre de 2010
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3 comentarios:
¿No te parece que el amor tiene algo de odio? Un odio "domesticado" que no olvida sus genes y cada tanto muestra sus garras.
No me hagas caso, el viento está movilizando mis esquirlas interiores.
Me gusta tu forma de sentir.
Besos.
Vengo a dejarte un abrazo y a leerte.
Por desgracia asi es la vida y contra el odio no se puede hacer nada.
un placer pasar a leerte.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.
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